Tu emoción no es el enemigo. Es la señal de algo que importa.

Hemos aprendido —de manera casi automática— a tragarnos las lágrimas, a disfrazar la rabia con sonrisas, a no mostrar tristeza para no parecer débiles, a minimizar lo que nos duele con frases como “no es para tanto” o “debería estar agradecido”.
Y así, en nombre del control y la funcionalidad, muchas veces nos desconectamos de nosotros mismos.
¿Qué pasa cuando nos contenemos todo el tiempo?
Al reprimir nuestras emociones, no las eliminamos. Solo las empujamos hacia adentro.
Y lo que queda guardado, no desaparece: se transforma en síntomas, se filtra en los vínculos, se acumula en el cuerpo.
La angustia sin nombre se manifiesta como un nudo en la garganta.
El enojo no expresado se convierte en impaciencia o cinismo.
El miedo silenciado se transforma en ansiedad.
La tristeza ignorada se esconde detrás de un cansancio sin explicación.
En consulta, escucho frases como:
“No sé por qué lloro si no me pasa nada grave.”
“Todo está bien, pero siento una presión en el pecho todo el día.”
“Me cuesta dormir, tengo miles de pensamientos, pero no logro identificar qué me preocupa.”
No es que no haya nada. Lo que hay es una desconexión de lo que sentimos porque hemos aprendido a no escucharnos.

Escucharse no es debilidad. Es una forma de volver a casa.
Escucharse no es actuar impulsivamente. No es gritar todo lo que sentimos ni vivir desde la emoción sin filtros.
Tampoco es victimizarnos ni quedarnos estancados en el dolor.
Escucharse es permitirnos reconocer lo que está pasando dentro.
Es ponerle nombre a esa sensación vaga que llevamos cargando hace días.
Es sostenernos con presencia, sin juicio, sin prisa por “estar bien”.
¿Cómo podemos comenzar a escucharnos?
Aquí algunos pasos para empezar:
1. Nombrar la emoción
Haz una pausa y preguntate:
¿Qué estoy sintiendo ahora?
¿Dónde lo siento en el cuerpo?
¿Tiene una forma, color, temperatura?
Nombrar nos da poder. No es lo mismo decir “me siento rara” que “estoy triste y frustrada porque no me sentí escuchada”.

2. Validar lo que sentimos
Permitirnos sentir no significa justificar todo, pero sí reconocer que lo que sentimos tiene sentido desde nuestra historia, nuestras heridas, nuestras necesidades.
“Es normal que me sienta así. Lo que me pasó fue doloroso, y mi emoción está tratando de cuidarme.”
3. Buscar formas de expresión seguras
A veces no se trata de hablar, sino de encontrar otras formas de canalizar lo que llevamos dentro:
Escribir un diario emocional.
Dibujar lo que sentimos, aunque no tenga forma definida.
Movernos: bailar, caminar, respirar profundo.
Llorar en silencio o en compañía.
Usar objetos que nos den contención (una manta, un peluche, una vela, un cuaderno especial).
4. Tener una actitud compasiva
No todo se va a entender de inmediato. No todo se va a resolver hoy.
Pero podemos empezar a hablarnos bonito, a no juzgarnos tan fuerte, a tratarnos como trataríamos a alguien que amamos profundamente.
“Estoy haciendo lo mejor que puedo con lo que tengo. No tengo que tener todas las respuestas hoy.”
Ejemplos reales y cotidianos
María sonríe todo el día en el trabajo. Pero al llegar a casa, colapsa emocionalmente sin saber por qué. Lleva semanas ignorando su tristeza. Su cuerpo ya no puede más.
Luis evita hablar con su pareja porque teme al conflicto. Pero la tensión se acumula, y un día explota por algo mínimo. No era el problema, solo la gota.
Sofía llora viendo una película. Se siente tonta por hacerlo. Pero en realidad, lo que llora es su propia historia que nunca tuvo espacio para ser sentida.
Andrés tiene un dolor de cabeza constante. Ha hecho estudios, no hay causa médica. Pero su terapeuta le pregunta: “¿qué estás conteniendo?”… y entonces, empieza a recordar
Reprimir no es sanar. Contener no es sostener.
Sanar no es dejar de sentir.
Sanar es darnos el permiso de sentir con seguridad.
Es acompañarnos en lo que aparece sin tener que taparlo.
Es entender que lo que no se escucha… busca otras formas de hablar.
A veces en la piel. A veces en el cuerpo. A veces en los sueños o en las relaciones.
Frases para recordarte si te cuesta escucharte:
🌱 «No tengo que tener todo claro para sentir lo que siento.»
🌱 «Hoy me permito reconocer lo que me habita.»
🌱 «Mis emociones no son un problema. Son señales de vida.»
🌱 «Puedo ser suave conmigo, incluso cuando no entiendo todo.»
🌱 «Estoy aprendiendo a no huir de mí.»